Aunque no suele ser la finalidad directa de la intervención
culinaria, como consecuencia, también se modifican sus propiedades
nutricionales y sanitarias del alimento cocinado. En ocasiones el
tratamiento del alimento no tiene como finalidad primera cambiar
sus propiedades culinarias sino dificultar su degradación por
bacterias: En este caso se habla de técnicas de conservación como
en los casos de la salazón, el ahumado o el encurtido: Sin embargo
las cualidades gastronómicas resultan también afectadas por el
tratamiento y a veces muy favorablemente.
Las propiedades nutricionales, en general, empeoran debido a la
destrucción química de micronutrientes contenidos en el alimento
fresco, pero las propiedades sanitarias mejoran considerablemente,
cuando se crean condiciones físico-químicas que retardan la
putrefacción o cuando el método lleva asociado un calentamiento
por encima del límite de resistencia de microorganismos patógenos.
Sin embargo también es posible que un calentamiento excesivo
genere compuestos orgánicos tóxicos o cancerígenos.
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