Es un método bastante lento, ya
que aunque se utilizan temperaturas altas de 150-250°C, el calor
específico del aire es bajo lo que supone un bajo contenido
energético por unidad de volumen. Los hornos de ventilación
forzada aceleran el proceso haciendo pasar mayor volumen de aire
por unidad de tiempo.
Como consecuencia de la lentitud,
da tiempo para que se haga perfectamente el alimento por dentro
mediante conducción interna.
Las paredes calientes del horno y
las resistencias eléctricas o llamas de gas que lo calientan,
emitan también radiación, lo que tiende a tostar las superficies
directamente expuestas. El recipiente en el que se coloca el
alimento transmite por conducción por lo que también se puede
tostar el alimento de su fondo y laterales. Este calentamiento de
zonas radiadas puede ser deseable ya que provoca reacciones de
Maillard en la superficie. Si se desea evitar, totalmente o
durante parte del tiempo de cocinado, se cubre las zonas expuestas
con papel especial de horno o con papel de aluminio, que bloquean
la radiación infrarroja.
|