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Ciencia con buen gusto: EL LIBRO

Los profesores del seminario son coautores de un libro en el que se desarrollan aspectos teóricos y prácticos de Ciencia de la cocina

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EL HUEVO DURO PERFECTO

Cocer huevos parece la más sencillas de las operaciones culinarias: se introducen las huevos en agua hirviendo y se dejan allí un tiempo largo y no muy bien determinado (unos 15 minutos). Pero la realidad es más compleja y si no se tienen en cuenta una serie de aspectos la clara quedará gomosa y la yema desmigada y seca y con la superficie verdosa.

Se enumeran a continuación los problemas que pueden hacer que un huevo duro se aleje de la perfección.

Y se proponen soluciones científicas.

 

PROBLEMAS QUE PUEDEN APARECER AL COCER UN HUEVO

 
 

EL HUEVO EN LA COCINA

EL HUEVO EN LA COCINA

GRIETAS EN EL CASCARÓN

 

Los huevos se resquebrajan al cocerlos porque el aire contenido en la cámara de aire se dilata más rápidamente de lo que puede evacuarse a través de las porosidades del cascarón (obsérvense las burbujas de gas que salen por las citadas porosidades)

Solución: la más drástica y eficaz es pinchar la cámara de aire con un alfiler. Está situada en el polo obtuso del huevo.

Si no se desea pinchar la cámara de aire, hay que reducir lo más posible el cambio de volumen por dilatación introduciendo los huevos a temperatura ambiente y no recién sacados del frigorífico. Echar sal en el agua de cocción (tal y como se recomienda en muchos libros de cocina) sirve de poco; puede ayudar a que coagule la clara que sale por la grieta y reducir el efecto, pero nada más. Más eficaz para sellar las grietas es el vinagre, pero tampoco impide su formación.

Por supuesto es conveniente tratar los huevos con delicadeza al introducirlos en el agua, ya que el cascarón también se rompe por golpes.

   

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Este efecto se debe a que, una vez coaguladas las proteínas de la clara, si se sigue aumentando la temperatura tienden a formar una red demasiado apretada y expulsan el agua intercalada. Se puede comprobar la expulsión de agua pesando, antes y después de cocerlos, huevos sometido a a distintos tiempos de cocción en agua hirviendo.

El problema consiste, por tanto, en determinar la temperatura correcta de coagulación de las proteínas de la clara y evitar que sea sobrepasada durante la cocción. Es un problema termodinámico de transferencia de calor entre dos medios a distinta temperatura (el agua y la clara de huevo) y como consecuencia el tiempo adecuado para alcanzar la temperatura correcta depende de dos variables: la diferencia de temperaturas entre ambos medios y la velocidad a la que el calor se transmite en la clara.

Solución: la temperatura de coagulación de las ovoalbúminas, principal componente proteico de la clara de huevo, es de 63°C. Si el agua de cocción se mantiene ligeramente por encima de esta valor, independientemente del tiempo, la temperatura final de la clara no podrá alcanzar un valor excesivo que provoque la pérdida de agua. Esta solución es la empleada en la cocción de los huevos para el plato típico

Otra posible solución ,la más común, es utilizar agua en ebullición a 100°C. y ajustar el tiempo de cocción para que la transmisión de calor no eleve la temperatura de la clara por encima de la deseada.

   

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El problema es similar al anterior, pero en este caso la textura queda terrosa porque la yema tiene una compleja estructura vesicular. La excesiva coagulación de las proteínas hace que las vesículas tiendan a individualizarse y la yema se disgregue.

El problema vuelve a ser el conseguir que la temperatura no sobrepase la adecuada para asegurar la correcta coagulación sin llegar a la disgregación.

Solución: la temperatura de coagulación de las proteínas de la yema es de unos 70°C. Si se opta por mantener la temperatura del agua ligeramente pro encima del valor óptimo, se deberá ajustar a 71°C. Si, por el contrario se prefiere ajustar el tiempo de cocción

En ambos casos la temperatura de la clara superará el valor óptimo calculado en el apartado anterios, pero eso no supone una perdida de agua que afecte gravemente a sus cualidades gastronómicas.

   

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Cuando un huevo se cuece demasiado tiempo la yema adquiere tonos verdosos. La razón estriba en que las proteínas que forman el huevo son ricas en un aminoácido llamado cisteína, que contiene átomos de azufre, éstos en el proceso de cocción se combinan con el hidrógeno liberando un gas llamado sulfuro de hidrógeno ( este gas el responsable del olor a huevos podridos). Cuando el huevo duro se enfría el sulfuro de hidrógeno gaseoso reacciona con la superficie de la yema formando sulfuro de hierro, que tiñe la superficie de la yema de un color verde –grisáceo.

Solución: Esto puede evitarse controlando el tiempo de cocción al indispensable para que no se desconpongan los aminoácidos con azufre o si una vez cocido el huevo se enfría rápidamente, ya que se pierde el calor que necesita la reacción y ésta no se produce.

 

H2S + Fe → FeS + H2

   

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El problema es muy similar al anterior. Si se descomponen excesivamente los aminoácidos con azufre se formará sulfuro de hidrógeno.

   

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La yema del huevo es menos densa que la clara debido a su mayor riqueza en lípidos. Como consecuencia tiende a flotar sobre ella y se despalaza hacia el lado del huevo que quede en la parte superior. Una vez coagulada la clara, la yema permanece en esa posición.

Solución: Se debe girar el huevo durante su coción con una cuchara de madera para evitar que la yema se pueda desplazar hacia un punto superior fijo. Quizá no merezca la pena tomarse tanto trabajo para lograr una yema perfectamente centrada, pero quién algo quiere...   ...algo le cuesta.

   

En la bibliografía aparecen diversos consejos para obtener el mejor huevo duro.

   

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© Carmen Cambón, Marisol Martín y Eduardo Rodríguez. Seminario "Ciencia con buen gusto"

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